Terrorismo y comunismo

NOMBRES DATOS
Autor (a) Slavoj Žižek
Peso 1.3 MB
Formato PDF
Idioma Español
Publicado por David Quispe Cahuina

Karl Kraus, el crítico y cronista cultural vienés al que, entre otras cosas, se debe la famosa afirmación de que el psicoanálisis es la enfermedad misma que trata de curar, conoció a Trotsky durante la temporada que éste pasó en Viena antes de la Primera Guerra Mundial. Una de las leyendas que sobre Kraus circulan es la de que, a comienzos de los años veinte, cuando le contaron que Trotsky había salvado la Revolución de Octubre mediante la organización del Ejército Rojo, exclamó: «¡Quién lo iba a decir de Herr Bronstein del Café Central!». Esta observación se basa en la transubstanciación al estilo de la famosa anécdota de Zhuangzi y la mariposa: no fue Trotsky, el gran revolucionario, quien, en su exilio en Viena, pasó tiempo en el Café Central; fue el amable y locuaz Herr Bronstein del Café Central quien luego se convirtió en el temido Trotsky, azote de los contrarrevolucionarios. Hay otras figuras de «Herr Bronstein» que suponen una parecida transubstanciación mistificadora de Trotsky y que, por consiguiente, dificultan la adecuada comprensión de su importancia. En primer lugar está la aburguesada imagen de Trotsky popularizada por los mismos trotskistas actuales: Trotsky el libertario antiburocrático del Termidor estalinista, partidario de la autoorganización de los trabajadores, defensor del psicoanálisis y del arte moderno, amigo del surrealismo, etc. (y en este «etc.»